miércoles, 28 de diciembre de 2011

El inmutable pasado.

Disclaimer: Katekyo Hitman Reborn! no me pertenece, ni sus personajes tampoco, son de Akira Amano yo hago esto sin animo de lucro, bla, bla, bla.

Personajes/Parejas: 02/Asari.

Advertencias: Tragedia, muerte de un personaje, quizá algo de OoC de estas cosas nunca estoy segura.

Resumen: ¿Le dirías a la persona que amas “te quiero” antes de morir? ¿Y si a tu juicio fuera el peor error, te arriesgarías? Las dudas corroen la mente de los más débiles de corazón provocando que a veces elijan la peor opción.


Él hubiera sido el primero en agradecer aquel imponente silencio en cualquier otra situación, lo sabía, pero en aquel momento aquella sordera se clavaba en su garganta como un hacha mal afilada. Suspiró pesadamente y contempló por enésima vez la carta que cuidadosamente sostenía entre sus manos. ¿Cómo podían haberse complicado tanto las cosas en tan poco tiempo? En el fondo tenía bastante claro cual había sido el inicio del fin, sin embargo, aún le costaba hacerse a la idea de que ya nada sería igual. De que todo había terminado. No era como si le sorprendiera, nada duraba para siempre pero aquello… había supuesto que duraría algo más.

Que no terminaría tan pronto.

Y ahora que era consciente de su error se sentía un poco perdido. Y si él, que siempre era el que mantenía la calma y trataba de apaciguar la marea interior de los demás guardianes, estaba así, ¿cómo debían estar los demás? La traición de Daemon había sido un duro golpe, tan duro que los pilares que constituían aquella familia se tambalearon con tal fuerza que ahora hasta la brisa más débil los haría quebrarse y quizá, sí solo hubiera sido eso… las cosas no estarían tan mal como lo estaban y los pilares no se habrían derrumbado.
Las luchas internas en la familia se habían intensificado.

Ricardo cada vez tenía más seguidores y parecía que sin duda él sería quien se convertiría en el Vongola Secondo. Suspiró pesadamente y releyó la carta, la clara e inconfundible letra de Lampo provocó que el nudo regresara a su garganta. Si tan mal estaban las cosas como para que el rayo se atreviera a pedir ayuda es que iban peor de lo que había imaginado en un primer momento. Arrugó levemente el papel y enredó los dedos de su mano izquierda en su propio cabello. ¿Qué debía hacer? Desde la partida a Japón de Primo el resto de lazos entre los guardianes se habían resquebrajado de una manera brutal.

G parecía más deprimido que nunca, Alaude directamente no se pasaba desde hacia semanas por allí, Knuckle se pasaba los días alternando entre el cuadrilátero de boxeo y la iglesia y él… bueno, él se quedaba en silencio, viendo como todo aquello que les había costado tanto construir se iba a la mierda—. Supongo que no me queda más remedio que ir solo —murmuró para si. No podía pedirle ayuda a los demás, ¿de que serviría? Estaban en un estado emocional deplorable, serían de más ayuda quedándose en la retaguardia, estando a salvo y parecía que no era el único que se había dado cuenta de ello si Lampo se había asegurado de que esa carta llegara única y exclusivamente a sus manos.

Querido Asari:

Sé que no común que te escriba. Sabe dios que no es común que escriba pero me temo que esto es una emergencia y eres el único al que puedo recurrir en estos desgraciados momentos. Aunque no lo creas confío plenamente en ti y se que si te pido ayuda harás lo que este en tu mano para venir a ayudarme. También sé que esto es egoísta por mi parte pero creo que tú mejor que nadie entenderás por qué eres el único al que puedo pedirle que venga.

La situación se ha vuelto insostenible en mi zona. Las peleas entre aquellos que apoyan a Ricardo y los que siguen fieles a Primo se han vuelto tan virulentas… Dios, Asari, si vieras hasta que punto estoy desesperado para que esto se acabe de una vez. Ni siquiera sé si sobreviré a esto y te estoy pidiendo ayuda a ti, condenándote a posiblemente el mismo destino que el mío.

Pero no se que más hacer, no se a quien más acudir y te juro que si acabamos muertos dejaré que me tengas de criado en el infierno pero necesito que vengas cuanto antes. Sé que sonare a pájaro de mal agüero pero si tienes algo que solucionar hazlo cuanto antes. Me da igual si estoy sonando exigente o no o si piensas que soy un maleducado.

Estoy desesperado, ¿te lo deletreo? D.E.S.E.S.P.E.R.A.D.O. Y a pesar de eso… entenderé si decides pasar de mí y no venir pero tenía que intentarlo al menos. Por favor, Asari, piénsalo. Eres mi última esperanza. ¿Ves? Ya no sé ni lo que digo. Estoy escuchando de nuevo disparos o quizá sólo estén ya en mi imaginación.

Me estoy volviendo loco, Asari.

Ven rápido,
Lampo.

Era como si el papel ardiese bajo su mano. Iría, por supuesto, no podía dejar al guardián del rayo en esas condiciones pero sus palabras le habían calado hondo. Aquel podría ser su último viaje. Podría morir junto a uno de sus mejores amigos si iba pero si le dejaba sólo, jamás se perdonaría así mismo. Un suave suspiro escapó de sus labios al recordar otra de las partes de la carta. ¿Cosas pendientes? Sólo una venía a su mente y tenía claro que era algo que seguiría pendiente incluso cuando la muerte le arrancase el alma del cuerpo.

—Ugetsu —la voz algo ronca de G le sacó de sus pensamientos. Guardó la carta entre su ropa y le miró, sonriéndole de aquella forma tan característica, aquella sonrisa que escondía misterios, pensamientos y sentimientos a todo aquel que intentase desentrañar los secretos de su ser. Aquella sonrisa que, para su desgracia, la súper intuición Vongola podía desenmascarar—. Necesitó que busques a Knuckle, necesito que me de su informe de la última misión —la voz cansada del pelirrojo casi provocó que torciera el gesto. Verle tan decaído era doloroso.

Apretó los puños, con tanta fuerza que acabó clavándose las uñas en la palma de las manos—. Claro, iré a buscarle ahora y… descansa un poco, ¿quieres? No tienes buen aspecto —susurró mientras dentro de si acaballaba cualquier voz que le insinuara que aquel era el momento perfecto para revelar lo que había ocultado durante tantos años dentro de sí. Como siempre, la voz de su razón tuvo un peso importante para lograrlo. ¿Qué iba a lograr con aquello? Sólo herirse aún más.

Ya era suficiente con que su propio corazón le torturase dándole vanas esperanzas para que luego su mente le trajera a la realidad con un mazazo bien dado—. No puedo descansar ahora, tenemos demasiados problemas —replicó Archery. Asari suspiró pesadamente y algo de reproche apareció en sus ojos, sin embargo, no dijo nada, ¿de que servía discutir? G haría lo que quisiera y él no era nadie para impedírselo—. El que necesita descansar eres tú, tampoco tienes buen aspecto, de todos modos ¿qué mierda haces encerrado aquí? —preguntó, con el ceño fruncido.

Claro, G solía rehuir la biblioteca y para él todo aquel que se metía dentro es por qué quería encerrarse y aunque en ese momento tuviera razón era una pregunta que le había hecho ya muchas veces, incluso cuando sólo quería ir a leer y a relajarse de todo el estrés acumulado—. Oh, vamos, te lo he dicho muchas veces, este sitio me relaja —respondió, levantándose de la silla para luego acercarse al guardián de la tormenta—. Puede que yo no tenga buen aspecto pero tú estás mucho peor que yo —le reprochó, agarrándole por los hombros para sacarle de allí—. Vamos, te llevaré a tu cuarto.

G pareció querer reprochar algo pero finalmente se dejó arrastrar por el espadachín, cosa que Asari entendió al instante. Le notaba tenso y decaído bajo su toque. ¿Tanto le había afectado la partida de Primo? Cerró los ojos por dos segundos y abrió la puerta del cuarto del pelirrojo, obligándole a pasar. Por supuesto, Archery no podía quedarse callado aunque fuera él el primero que quisiera acostarse. Necesitaba que le obligaran, como si fuera un niño pequeño, a que hiciera cosas buenas para su salud.

—Deja de tratarme como a un niño —se quejo por octava vez el pelirrojo, Asari había decidido que era un buen momento para obligarle a meterse en la cama y que debía arroparle como si fuera una de esas mamá gallina—. Estoy hablando en serio, Ugetsu.

—Yo también lo hacía cuando te pedí que no te explotaras y pasaste olímpicamente de mí. Así que ahora te toca apechugar con las consecuencias, Archery —replicó el espadachín con una suave sonrisa en el rostro, sin embargo, la replica no fue escuchada pues el guardián de la tormenta había decidido que aquel era un buen momento para dejar que el cansancio le invadiera y para dormir profundamente. Por otro lado, Asari se quedó plantado, delante de la cama, en completo silencio. La mirada melancólica y anhelante que su rostro dejo traslucir fue efímera ya que el miedo a que despertara y le viera de eso modo era mayor que cualquiera de sus deseos.

—Esto es estúpido —se reprochó así mismo. ¡No podía tener esa clase de sentimientos por él! ¡Por todos los dioses! Eran hombres, eran mafiosos, eran… familia. Y aún así… aún así su corazón parecía querer salir de su pecho cuando se encontraba con él, aún así los celos le apresaban y estrujaban el corazón cuando veía a Archery sufrir por Giotto, aún así sus sentimientos seguían ahí, inmutables, imborrables. ¿Y para qué? Sólo para torturar su ya agotada alma.

Parpadeó, sorprendiéndose un poco al ver que su mano estaba acariciando los mechones rojos del cabello de G. Se sintió afligido por unos momentos y como si el pelirrojo quemase, apartó su mano de él. E interiormente, no pudo evitar preguntarse si G sentiría algo parecido por Giotto. En cierto modo, aquella idea sólo conseguía afligirle un poco más.

“Si tienes algo que solucionar hazlo cuanto antes”

Que fácil era decirle a los demás que hacer cuando no tienes ni idea de cuales son sus asuntos pendientes. Salió de la habitación en silencio. No podía darse el lujo de buscar a Knuckle, tenía que irse ya de allí si quería llegar cuanto antes donde estaba Lampo—. No me queda más remedio que recurrir a él —pensó algo abatido. Fue a su cuarto y antes de abrir la puerta, se quedó parado. Había tenido un mal presentimiento, un escalofrío. Negó suavemente. No era momento de pensar en esas cosas, simplemente estaba nervioso por todo aquello y creía cosas que no eran nada.

Entró en la habitación y caminó hacia su escritorio, agarró algo de pluma y algo de papel para empezar a escribir. Enviaría una paloma mensajera para que contactase con Knuckle y finalmente, le escribiría una pequeña carta de despedida a sus amigos, claro, si por algún milagro aquella misión resultaba exitosa, destruiría la carta y se aseguraría de que no quedase ni rastro de ella. Guardó la carta para sus compañeros en un sobre y la dejo encima de su cama y la pequeña misiva para Knuckle la ató a la palomita que tenía en su cuarto, luego la sacó de la jaula y la asomó a la ventana—. Ya sabes que hacer, pequeño —le murmuró a la palomita dejando que ésta emprendiera el vuelo. No le quedaba nada más que hacer allí.

Volvió a suspirar mientras se colocaba bien su ropa y agarraba sus armas, apretó la espada contra su pecho y cerró los ojos. Un mal presentimiento no, para presentir algo tenías que desconocer que no iba a pasar nada malo. Él estaba seguro de que la temible aura de la desdicha emergía amplia y poderosa sobre lo que una vez fue su amada familia. Pero no era momento de pensar en esas cosas, debía darse prisa o perdería su transporte y a pesar de eso, primero pasó un momento por el cuarto de G para dejar una pequeña nota en su mesilla de noche y mirarle una última vez.

G:

Estaré fuera durante un tiempo por asuntos que debo atender con urgencia.

No te mates trabajando,
Asari.

***

Atardecía. Había tardado más de lo previsto en llegar a la zona oeste. Tres días, tres pesados y largos días por culpa de un desprendimiento en el camino pero finalmente estaba allí. El silencio le recibió como una clara mala señala de todo aquello. Apretó la carta de Lampo y suspiró. Al final había acertado de lleno su predicción. ¿Realmente el idiota de Daemon creía que no conocía lo suficientemente bien al rayo como para saber que el jamás escribiría pidiendo ayuda por muy mal que le fueran las cosas? ¿Qué no vería a través de su niebla y vería que aquella era su inconfundible letra y no la del de cabellos verdes?

O quizá si lo sabía y precisamente por eso la había mandado. Podría haberse ahorrado todo el paripé y mandarle directamente la carta de su puño y letra con lo que quería. Claro, las probabilidades de que fuera una trampa eran altas pero… no podía dejar sólo a Lampo. Por lo visto la carta de Daemon tenía algo de razón. La situación no podía estar más rancia. Sangre en las ramas de los árboles, casquillos de bala, aquel silencio sepulcral que le había acompañado en su viaje eran la viva prueba de ello. Y también… los cadáveres.

Al menos, la base Vongola de aquella zona aún se mantenía intacta. Desgraciadamente no podían decir lo mismo de la del sur. La base Oeste era la única de las cuatro que se mantenía a la vista del mundo, rodeada por infinidad de árboles era complicado acceder a ella, sin embargo, era la base con más efectivos dentro de Vongola, para su desgracia, también era la base donde más reportes de conflictos internos se habían localizado.

Caminó por los intrincados pasillos en busca del despacho en el que Lampo estaría haciendo el vago. Una pequeña sonrisa surgió momentáneamente al pensar en ello. A pesar de todos los problemas el menor de ellos seguía actuando como siempre. Quizá era porque no quería asimilar aún todo lo que había pasado pero aún así era como un pequeño rayo de esperanza para él. Probablemente aquello era lo que más le había impulsado a ir.

A lo mejor G tenía razón con que era demasiado sobreprotector. Volvió a negar con la cabeza y llamó a la puerta del despacho de Lampo. No podía permitirse más distracciones y menos allí. ¿Quién podía asegurarle que no era Daemon el que estaba esperándole tras aquella puerta? Un retortijón azotó su estomago ante la idea de que algo le hubiese ocurrido al pequeño guardián, sin embargo, sus temores se esfumaron con la rapidez con la que habían aparecido.

—Adelante —la voz adormilada del rayo fue la que logró aquello. Una mueca de alivió bordeó su rostro antes de que entrase finalmente en aquella habitación.

—Bonito día, no crees, ¿Lampo? —los suaves acordes de la voz del moreno provocaron unas reacciones curiosas en el guardián contraria. Su expresión fue alternando entre la sorpresa, el desconcierto, el enojo, la confusión y muchas más.

—¿¡A-asari!? ¿¡Qué estás haciendo aquí!? —y a pesar de lo exaltado que parecía el menor, no se movió ni un centímetro. Debía sentirse muy cómodo tirado en el sillón con los pies en alto de la mesa. Ahora venía la parte complicada. Explicarle a Lampo que había recibido una carta escrita por él y que como buen mártir había ido de buena gana a asegurarse de que no ponía una mano sobre su pellejo—. ¿¡¡Qué has hecho QUÉ!!?

La boca abierta de par en par de Lampo le obligó a suponer que sus palabras habían sonido bastante peor dichas que en su mente—. ¿Venir a verte tras recibir una carta de Daemon en la que suplantaba tu identidad y me suplicaba que viniera a ayudarte? —sí, definitivamente sonaba horriblemente mal.

—Oh, dios, oh dios… —Lampo se llevó las manos a la cabeza y se frotó el cabello—. Como si no fuera bastante con que esto se volviera una guerra por la noche ahora resulta que Daemon esta pululando por aquí como si fuera su casa. ¿Les has dicho algo a los chicos?

—¿A quienes? ¿Al ilocalizable Alude, al agotado G o al confuso Knuckle? —su mirada se ensombreció unos segundos y Lampo desvió la mirada mientras se mordía el labio inferior.

—Tienes razón… correrían demasiado peligro con Daemon correteando por aquí. Si están tan inestables… la niebla les será imposible de esquivar —afirmó el de mirada verde al mismo tiempo que un suspiro se escapaba de sus labios.

—Cambiando de tema, ¿quieres ver la carta? —preguntó, sacándola de entre sus ropajes para ofrecérsela al otro.

—No estoy seguro de si quiero ver la pobre imitación que ese habrá hecho sobre mí —espetó con desden.

—Realmente no te deja muy bien parado —contestó, emitiendo una pequeña risa, risa que fue cortada en el instante en el que la luz del edificio desapareció, dejándoles en la más absoluta de las penumbras—. Parece que ya ha comenzado —susurró el japonés, arqueando una de sus cejas al notar la presencia de la niebla extenderse poco a poco por todo el lugar.

—Esta no es sólo una pelea contra Daemon. Asari, ten cuidado con las balas —advirtió Lampo, la tensión en el aire era palpable y como si las palabras del menor los hubieran invocado los disparos empezaron a aparecer de forma estruendosa.

—No es algo que necesites pedirme dos veces —susurró y al instante sacó de su funda las armas que tan celosamente había guardado durante el viaje. Se acercaron a la puerta y se quedaron escuchando tras ella y cuando notaron que no parecía haber ningún peligro cercano a ella se decidieron a salir—. ¿Por qué no le pediste refuerzos a ninguna de las bases?

—¿Crees que no lo he hecho? Le pedí refuerzos a la base sur y aún estoy esperando a que ven…

—¿A la base sur? —cortó Asari, mirándole algo incrédulo—. ¿No recibiste el mensaje en el que se hablaba de que la habíamos perdido? —preguntó el guardián de la lluvia y por la cara del rayo era obvio que no—. Parece que Daemon lo tenía todo bien calculado…

—Joder, ¿y qué haremos ahora? —preguntó el menor de los guardianes algo abatido.

—Te sacaré de aquí, Lampo —respondió, revolviendo ligeramente el cabello ajeno—. Volveremos a la base principal.

—¿Crees que lo lograremos? —la pregunta flotó en el aire unos segundos mientras recorrían con cautela los pasillos de la base—. Digo, los hombres de Ricardo y Daemon están aquí y por muy guardianes que seamos nos superan en número, más ahora que no van a venir refuerzos y… oh, joder, ¿por qué tenía que pasarme esto a mi?

—Relájate, ya estamos cerca de la salida, sé que tienes miedo pero te aseguro que si nos dejamos llevar por el pánico no tendremos ninguna oportunidad —replicó Asari, colocó una de sus manos en el hombro del contrario y apretó levemente, tratando de infundirle algo de confianza—. Ten esperanza —atravesaron la puerta que conducía al salón, la última habitación que tenías que atravesar para por fin llegar a la entrada. Una habitación claramente cuadrada.

—En el momento en el que Ricardo ordenó la destrucción de la base oeste perdisteis cualquier oportunidad de salir de aquí con vida —la voz potente y risueña del primer guardián de la niebla Vongola les hizo guardar un tremendo silencio. Alzaron el rostro, ambos, topándose con la inequívoca figura del ilusionista. Daemon les devolvió la mirada desde lo alto de la mesa, con su inconfundible guadaña apoyada en sus hombres y una clara mueca burlona que provocó un ligero escalofrío en el cuerpo del japonés.

—Daemon… —murmuró Lampo, clavando su mirada verde en la figura que tenían delante.

—Ese es mi nombre —sonrió de lado y miró de reojo a Asari—. Así que finalmente viniste… no pensé que lo hicieras.

—Entonces no me conoces muy bien —le miró, en apariencia tranquilo, sin embargo, dentro de él estaba algo angustiado y no precisamente por él. Aunque mentalmente Lampo estuviera bien el muchacho era bastante inestable en cuanto a carácter. Demasiado fácil de provocar.

—¿Realmente eso importa? —una expresión de hastío cruzó el rostro de Spade—. Ah… ahora tengo un problema. Pretendía destruiros mentalmente matando a Lampo. Sobre todo a ti, lo divertido que hubiera sido hacerte sentir culpable por no venir. Ya sabes, la lluvia que si no mantiene la calma no sirve para nada —la expresión de Asari se tornó algo inexpresiva. Aquellas palabras unidas a su tono burlón fueron el detonante necesario para ponerse totalmente en alerta.

—Eres un completo hijo de puta —murmuró asombrado el de cabellos verdes. Asari colocó un brazo delante de Lampo.

—Eres un mal mentiroso, Daemon, aunque hubieras planeado eso en un primer momento no me tragó que no consideraras la posibilidad de que decidiera ayudar a Lampo —replicó suavemente, manteniendo la mano sobre la empuñadura de su katana, atento a cualquier movimiento de Spade.

—Cierto, ahora tengo a dos guardianes a los que matar, nfufufu~ —agarró con fuerza su guadaña y atacó con ésta, sin embargo, Asari ya había previsto el movimiento por lo que detuvo el ataque colocándose entre Daemon y Lampo con la espada desenvainada—. ¿Oh? Es cierto, que tonto de mí, un dos contra uno estaría muy desigualado —chasqueó los dedos y varios hombres armados entraron en la estancia—. Mejor yo más unos cuantos contra dos guardianes Vongola.

—¡Cobarde! —espetó el menor de los presentes, Ugetsu le miró de reojo, Lampo había agarrado con fuerza su escudo al ver que Daemon se abalanzaba sobre él pero la lluvia había sido está vez más rápida que la niebla—. ¡Asari, me encargaré de sus hombres! ¡Acaba con Daemon!

Acabar con Daemon. La frase resonó en su cabeza como un mantra mientras esquivaba los ataques del ilusionista así como las balas de los hombres de Ricardo. ¿Iba a ser capaz de matar a Spade? Si bien era cierto que nunca habían sido los mejores amigos, Daemon había sido importante para él. Todos lo habían sido. También era cierto que la niebla les había traicionado pero… era incapaz de guardarle rencor.

Queridos Alaude, Knuckle y G:

—Hey, Asari, dime algo, ¿arreglaste todos tus asuntos pendientes?

Si estáis leyendo esta carta sólo puede significar una cosa.

—Oh, por supuesto, escribí mi testamento hace mucho tiempo. No tenías la necesidad de pedirme que hiciera algo así en esa carta. Por cierto, deja que te comente que imitas muy mal el comportamiento de nuestro amigo Lampo.

Si me paro a pensarlo, es extraño que vaya a escribir algo que será leído tras mi muerte pero tampoco es como si fuera la persona primera que ha hecho este tipo de cosas. Bueno, no quiero seguir enrollándome.

—¿Oh, tú crees? De todos modos, sabes que eso no es a lo que me refiero. Estoy hablando de tu pequeño dilema moral.

No asumiré que Lampo está muerto pero si yo lo he hecho sólo puede significar una cosa. Que Ricardo ha conseguido una parte importante de nuestros efectivos y que... la Vongola de Primo está acabada. Sé que es algo difícil de asimilar pero siempre fue algo inevitable. Nada dura para siempre. Por eso, quiero pediros que dejéis de luchar una batalla sin sentido. G, está no es la Vongola que tú y Primo creasteis. Alaude, Knuckle, ya no es la Vongola que todos juntos hicimos crecer.

—¿Mi pequeño dilema moral? No sé de qué estás hablando, Daemon —la voz de Asari flaqueó y una bala alcanzó uno de sus costados, logrando que se tambalease, aún así no permitió que Spade le diera el golpe de gracia, es más, consiguió herir al ilusionista en uno de sus brazos.

No quiero que tengáis el mismo destino que yo y si seguís con esto posiblemente lo encontréis. Está lucha ya ha llevado demasiadas muertes, las familias no deberían tener luchas internas. Pero desgraciadamente cuanto más grande es una familia más desacuerdo hay entre sus miembros. Siento que no estoy expresando lo que realmente quiero... así que iré directamente al grano.

—¡Asari! —gritó Lampo al ver herido a su amigo, desgraciadamente, él también había sufrido muchas heridas durante el combate y aunque había noqueado a muchos hombres aún quedaban algunos que no paraban de dispararle tanto a él como al espadachín.

Alaude, no necesito decirte nada, sé que ya te has dado cuenta de que esta lucha no lleva a ningún lado. Y ni siquiera sé si estarás en el momento en que se encuentre está carta. Probablemente ya te habrás ido.

Lo que en ningún momento Asari había esperado es que Daemon usará de golpe su niebla para sumir la habitación en ésta. Había sido demasiado ingenuo al pensar que si enzarzaban en un combate de hierro contra hierro continuarían así hasta que uno de los dos cayera. Pero de todas las cosas que podría haber imaginado que Spade usaría para derrotarles jamás pensó que haría algo como eso.

Knuckle, te agradecería que si estás ahí cuando se lea está carta cumplas mi petición. Sé que lo que te pido y de la forma en la que te la pido es algo baja pero... tómalo como si fuera el deseo de un moribundo (ahora muerto). Busca tu camino, tu verdadero camino, y aléjate de la mafia.

—Eso ha sido un golpe bajo, Daemon —susurró débilmente, sintiendo el sabor metálico de la sangre subiendo por su garganta. Tosió, la sangre se deslizó por su barbilla al no haber sido capaz de cerrar la boca. Le había tomado totalmente desprevenido que Daemon usará la forma del guardián de la tormenta para atacarle. Había dudado y por ello ahora se encontraba con la guadaña de Spade clavada en su cuerpo, atravesándole el hombro izquierdo. Lo más probable es que hubiera alcanzado el corazón.
G…

—Si me hubieras hecho caso lo más probable es que no hubieras dudado al protegerte de mi ataque, es más, quizá el rechazo te hubiera hecho atacar con algo de furia —murmuró Daemon en su oído. A Asari se le revolvieron las tripas al escuchar la voz del ilusionista en el “cuerpo” de Archery—. Siempre fuiste demasiado blando, no eres apropiado para la Vongola que nosotros deseábamos —argumentó y entonces la lluvia la vio claro, la rabia y el dolor en los ojos de la niebla. Cerró los ojos y soltó un débil quejido cuando la guadaña fue desincrustada de su cuerpo.

Ve a Japón.

El gritó de Lampo resonó en sus oídos así como el sonido del golpe que se llevó su cuerpo al caer al suelo. Trató de incorporarse pero el pecho le ardía, le costaba respirar y su coordinación no parecía estar en su mejor momento. Volvió a toser y abrió con dificultad los ojos, notaba su coleta desparramada sobre su cuello por lo que supuso que su sombrero debía haber acabado rodando por el continuo movimiento.

Os apreció más que a nada en este mundo,

—Realmente no quería esto —susurró Daemon de forma que sólo el guardián de la lluvia pudiera oírle, mirándole ya desde su verdadera forma. El japonés no dijo nada, simplemente guardó silencio para finalmente sonreír débilmente. Una sonrisa clara y pura que parecía susurrarle al oído que no le guardaba rencor. La expresión de Spade pareció flaquear y mostrar algo de dolor por todo aquello pero Asari estaba demasiado cansado como para tratar de reconfortarle, cerró los ojos y le pidió perdón a Lampo mentalmente. Al final no había podido cumplir su promesa.

Asari.

A pesar de todo sabía que daba igual lo que hubiera hecho. No habría podido matar a Daemon, le había herido y le había costado un conflicto interno enorme. Si hubiera llegado el momento de darle el golpe de gracia lo más probable era que hubiese tirado el arma al suelo y se hubiera rendido. No estaba en su naturaleza herir a sus personas queridas y aunque a Spade le pesase en el alma ese tonto seguía siendo parte de su querida familia.

P.D. Preferiría que no tomarais represalias contra mi asesino. Sabéis que no soy una persona rencorosa y no quiero que carguéis con otra muerte en vuestras espaldas. Aunque si Lampo vive probablemente no estará de acuerdo en este punto.

Podría decir que sus últimos pensamientos estuvieron por completo dedicados a su familia, recordando los buenos momentos que pasó con ellos pero eso habría sido la falacia más grande que hubiera contado nunca. Su mente se tiño de rojo, cabello, ojos y aquel tatuaje en la parte derecha de su rostro. Y por sobre todo, en la sonrisa de ese idiota que jamás sabría hasta que punto era importante para él. Todo lo que significaban los momentos que habían pasado juntos.

Notó una pequeña lágrima deslizarse por su mejilla. No hizo ningún ademán para retirarla y, finalmente, cerró los ojos.

Continuara.

martes, 29 de noviembre de 2011

Las cartas que no te enviaré (Última).

Disclaimer: Katekyo Hitman Reborn! no me pertenece, ni sus personajes tampoco, son de Akira Amano yo hago esto sin animo de lucro, bla, bla, bla.

Personajes/Parejas: TYL!8059 (YamaGoku).

Advertencias: POV de Yamamoto y como el mamón es difícil de descifrar quizá algo de OoC -espero que no...-, en capítulos siguientes puede que ponga más advertencias. Tragedia.

Resumen: Después de diez años guardando todo lo que lleva dentro, Yamamoto Takeshi decide desahogarse de una forma muy común. Escribiendo cartas.

Música: Aqua Timez.

Séptima Carta: Pereza.

(Manchas de sangre, papel arrugado, letra temblorosa).

Hayato:

No tengo mucho tiempo y empiezo a sentirme demasiado cansado por la pérdida de sangre. Está misión que aparentaba ser rutinaria ha acabado siendo una trampa. No se cuantos hombres son pero teniendo en cuenta que sólo estamos Mukuro y yo aquí es poco probable que salgamos con vida. Lo siguiente que te voy a contar no tiene nada que ver contigo pero como sé que Rokudo es en el fondo un cotilla y que en cuanto vea tu nombre la va a empezar a leer te escribo a ti para pedirle un favor a él.

¿Por qué a él? Porque el conoce mi secreto, porque sé que él va a sobrevivir. Mala hierba nunca muere, ¿recuerdas? Será mejor que deje de enrollarme, no me queda mucho tiempo ya. Oigo las pisadas de los hombres de ese cabrón demasiado cerca y no sé si podré sobrevivir con las heridas que tengo. Necesito que quemes mis cartas, Mukuro, está es la séptima y hay seis más, que Hayato, no vas a ver.

Escribirle a dos personas es más complicado, ja, ja… yo (lo que sigue se encuentra borrado por la sangre).

Ah, sí, mis cartas… mis cartas se encuentran en mi cuarto, ¿menuda novedad, eh? La caja es sencilla, parece una simple caja de zapatos viejos, me refiero al lugar donde están escondidas. Tirad la caja, quemadla, entierradla conmigo si queréis pero no se os ocurra leerlas. Volveré del infierno si es necesario para (nuevos borrones de sangre), Mukuro.

Hayato. A pesar de todo, no me arrepiento de haberte querido, mi muerte ya va a ser de por si patética para que encima le añadiésemos el agravante de morir sin ni siquiera haber experimentado lo que es estar enamorado. Cuando mi vida solo era el béisbol acabe pensando que eso pasaría muchas veces. ¿Puedo pedirte un favor, Hayato?

Vive. Y asegúrate de ser feliz. No se te ocurra aparecerte por el infierno demasiado pronto. Adiós.

Te ama,

Yamamoto Takeshi.

Las cartas que no te enviaré (6).

Disclaimer: Katekyo Hitman Reborn! no me pertenece, ni sus personajes tampoco, son de Akira Amano yo hago esto sin animo de lucro, bla, bla, bla.

Personajes/Parejas: TYL!8059 (YamaGoku), nuevamente presente el X80.

Advertencias: POV de Yamamoto y como el mamón es difícil de descifrar quizá algo de OoC -espero que no...-, en capítulos siguientes puede que ponga más advertencias. Tragedia.


Resumen: Después de diez años guardando todo lo que lleva dentro, Yamamoto Takeshi decide desahogarse de una forma muy común. Escribiendo cartas.

Música: Aqua Timez.

Sexta Carta: Ira.

Querido Hayato:

Ya hay otra persona que sabe mi secreto, Xanxus. No puedo decir que me sienta orgulloso de cómo acabo enterándose. Aunque a su favor diré que se mostró más calmado de lo que esperaba. Debe ser por qué no soy él único que piensa en otra persona cuando lo hacemos ni que acaba gimiendo su nombre por error al correrse. Prácticamente me ha exigido que me confiese, textualmente ha dicho que: deja de ser tan gilipollas, basura. Acabarás perdiendo tu oportunidad si no te das prisa y entonces me reiré en tu cara de muñeca sucia y rota”. Ya, lo sé. No es precisamente alguien muy educado.

Pero sigue siendo Xanxus, y como es Xanxus y yo no quiero morir (aún) y sé que si le mintiese se me notaría en la cara (esto de tener una expresión honesta ya por inercia es horrible) le dije que me confesaría. Pero no le dije como. Supongo que ya puedes imaginar lo que vendrá a continuación, ¿no?

Hayato.

Te amo.

Y aunque no lo creas he estado dos malditas horas delante del papel intentando escribir esas dos malditas palabras. ¿Esto es frustrante sabes? Tener delante de tus narices a la persona que quieres a tu lado como más que un amigo y callar porque sabes que como abras esa enorme bocaza que tienes lo joderás todo. Tener que soportar las burlas de Xanxus y de Mukuro haciendo referencia a tu cobardía y no decir palabra porque sabes que no están diciendo nada falso.

Porque si te digo me gustas, me cruzarás la cara. Porque si te digo te quiero, te alejarás de mi. Porque si te digo te amo, no querrás volver a saber nada más del estúpido friki del béisbol.

Lo siento.

Creo que me he alterado un poco.

Cuídate,

Yamamoto Takeshi.

Las cartas que no te enviaré (5).

Disclaimer: Katekyo Hitman Reborn! no me pertenece, ni sus personajes tampoco, son de Akira Amano yo hago esto sin animo de lucro, bla, bla, bla.

Personajes/Parejas: TYL!8059 (YamaGoku), mención de X80 (Xanxus/Yamamoto).

Advertencias: POV de Yamamoto y como el mamón es difícil de descifrar quizá algo de OoC -espero que no...-, en capítulos siguientes puede que ponga más advertencias. Tragedia.


Resumen: Después de diez años guardando todo lo que lleva dentro, Yamamoto Takeshi decide desahogarse de una forma muy común. Escribiendo cartas.

Música: Aqua Timez.

Quinta Carta: Lujuria.

Querido Hayato:

Han pasado cuatro meses desde la última vez que escribí una de estas cartas. No es culpa mía, he estado ocupado durante todo este tiempo en misiones. ¿Ya lo sabes, no? Lo que le ocurrió a Squalo. Aunque Varia no quiera reconocerlo fue un duro golpe para su orgullo y para algo mucho más profundo que eso. Y te puedo asegurar que el más afectado por todo esto ha sido Xanxus. No te hagas el idiota, sabes de lo que hablo.

¿Por qué otra razón iba a reclamarme el líder Varia sino es porque Squalo fue mi tutor? Me ha visto luchar, conoce mis técnicas y sabe que a veces uso las que aprendí del difunto tiburón. Por otro lado, estar siendo pedido para realizar misiones con ellos empieza a ser agotador. No, más bien es como si sintiera que me quieren apresar. Como si quisieran que supliera el hueco vació que dejó el espadachín de cabellos plateados.

Bueno… Xanxus si me lo ha dejado bastante claro aunque no de la mejor forma. Es bastante… apasionado en la cama. ¿Ah? ¿Qué no te lo había comentado? Sí, se podría decir que padezco de eso que llaman bisexualidad (Xanxus también). No pienses nada raro, no es de él de quien estoy enamorado, sin embargo, su mirada me recordó horriblemente al reflejo que algún que otro día me devuelve el espejo y fui incapaz de rechazar su oferta de algo de sexo sin compromiso (tengo hormonas, ¿sabes?). Supongo que en cierto modo le recuerdo a Squalo y por eso me quiere cerca.

Debe creer que soy lo único que le ata al recuerdo de la persona amada.

Por supuesto, si ese bruto se enterará de que he dicho algo así me cortaría la cabeza con sus propias manos así que guárdame el secreto, ¿vale? Lo que iba diciendo, las misiones con Varia son estresantes y ya he perdido la cuenta de las veces que he sido herido. Aunque reconozco que no está mal sentir la lengua de Xanxus recorrer la sangre que se desliza por mi cuerpo pero… realmente me siento cruel con eso. En esos momentos cierro los ojos y pienso que es la lengua de quien amo la que me recorre.

Me siento un monstruo. Quizá lo soy.

Cuídate,

Yamamoto Takeshi.