Cierras los ojos al sentir como la carne de tu pecho se desgarra. Notas la sangre deslizarse, manchando tu piel y vuelves a abrir los ojos, observando con atención la afilada katana que te atraviesa. Es curioso. Siempre pensaste que morirías por alguna clase de técnica secreta en vez de por una vulgar espada. Sonríes resignado, tu nueva máscara adornando tu rostro, impidiendo que esa expresión se viera. El dolor vuelve a adueñarse de tu pecho al percatarte de cómo aquel filo se desliza está vez hacia afuera, provocando una hemorragia intensa.
Toses sin poder evitarlo y el sabor de la sangre inunda tu boca mientras los hilillos de sangre se deslizan por la comisura de tus labios. Observas fijamente al hombre que tienes delante… bueno, si es que se puede catalogar de ser humano a lo que tienes delante. A veces jurarías que hasta su pensamiento es el de una jodida serpiente y piensas que quizá no vayas tan desencaminado cuando las primeras palabras afiladas surgen de su boca.
—Vaya, vaya, parece ser que el todo poderoso Uchiha Madara ha caído bajo el filo de la espada de Damocles —Kabuto te observa, sonriendo viperinamente mientras tú sólo le dedicas un gruñido, atravesándole con la mirada—. Vamos, no te pongas así. El veneno pronto empezará a extenderse por el resto de tu cuerpo. Yo que tú me aseguraría de terminar con todos los asuntos pendientes que pudiera tener.
Veneno, ese bastardo había extendido veneno por la espada y luego te la había incrustado en el pecho. Aquello iba en serio y tu cuerpo se resintió ante la idea de morir envenenado. Chasqueas la lengua y empiezas a desaparecer usando aquella técnica que durante tanto tiempo te ha salvado de tus enemigos, no puedes evitar pensar que es una lástima que los humanos no tengan ojos en la espalda. Así quizá podría defenderse uno de las puñaladas traperas.
No tardas mucho en perder de vista a la extraña fusión de Orochimaru y Kabuto, tu objetivo es otro ahora que no conoces exactamente él tiempo que te queda de vida. Es algo irónico que ahora estés buscando a esa persona cuando antes tratabas de evitarla. Simplemente te resultaba algo complicado mirarle a los ojos después de todo lo ocurrido. Demasiados sentimientos confusos y contradictorios se agolpaban en tu pecho siempre que le mirabas. Por eso ahora necesitas verle, en la recta final de tu, a tu ver, despreciable y patética existencia.
Sabes que no resultará difícil encontrarle. Conoces los planes de Kabuto, así como a donde ha enviado cada uno de los grupos y por ello te apoyas en el lugar donde te has aparecido, sintiendo la dura madera del tronco de un árbol contra tu espalda. Estiras tu brazo, retirándote la máscara que oculta tu rostro, la dejas caer al suelo y esperas. Quieres creer en cuanto sienta tu presencia irá hasta donde te encuentras pero no puedes evitar que la inseguridad te invada. ¿Cuánto hacía que no te sentías así? Tan vulnerable… tan humano. Aferras con tu mano derecha la sangrante herida y tratas de ocultarla al sentir la cercanía de a quien esperas.
Al poco tiempo aparece frente a ti, mirándote incrédulo. Como si después de todo ese tiempo no esperase que fueses a su encuentro. Vuelves a cerrar por un momento tus ojos para luego mirarle intensamente. Hay… hay tantas cosas que quieres decirle y no sabes por donde empezar. También tienes claro que no tienes el tiempo necesario para decirle todo lo que te gustaría. Tomas una decisión, te acercas con pasos lentos a él, procurando que no se vea demasiado la herida de tu pecho e incluso tratas de que no se enteré del pequeño charco que ya se ha formado con tu sangre en la rama de aquel árbol.
Le abrazas lentamente por el cuello ante su mirada perpleja y haces un esfuerzo titánico para no jadear, ¿cuánto tiempo llevabas ya sin sentir aquel calor? Si te preguntarán seguramente responderías que habías perdido la noción del tiempo. Te aferras un poco a su camisa en un intento de no caer porqué realmente estás ya muy cansado de todo. Aspiras el aroma del menor, en busca de algo que te transporte a tiempos pasados donde ese idiota y tú estabais juntos, donde la mayor amenaza era esa incurable enfermedad que habría acabado con la vida de Itachi si no llega a morir primero a manos de su hermano.
—Lo siento… —susurras con suavidad. Esperando que con esas dos simples palabras pueda entender todo lo que quieres y no puedes decirle. Que lamentas todo el daño que hayas podido causarle. Todas las veces que heriste sus sentimientos sin proponértelo. Que ojala estuviese vivo, que lo hubieras dado todo porque te hubiera elegido a ti en vez de a ese mocoso idiota. Y sobre todo… que sientes que todo acabe así.
Vuelves a cerrar los ojos, abrazando algo más fuerte el “cuerpo” del moreno sin poder evitar que una única y sencilla frase escape de tus labios pero es algo que tienes claro que no es algo que puedas permitirte. Le besas por última vez, cerrando los ojos para evitar ver la expresión de su rostro mientras vuelves a desvanecerte entre espirales. Aún falta la última cosa que debes hacer… asegurarte de que ese bastardo sea incapaz de hacerse aunque sea con una pequeña muestra de tu ADN. Y recordando las palabras de ese maldito imbécil determinas cual será tu tumba.
Tus ojos se abren lentamente para observarla, el mar, inmenso, enorme, un lugar prácticamente inexplorado por el ser humano. Donde ese idiota no podrá hacerse con los restos de tu cuerpo así como no consiguió los de Jiraiya. Emites una pequeña sonrisa, la última, la única que te has permitido en todo este tiempo mientras tus ojos se van cerrando lentamente. Recordando las últimas palabras al mocoso.
“Morir en tus brazos… sería una buena forma de morir”
Alá, porque yo también tengo derecho de ponerme emo en fin de año xD
Al menos con éste no me ha entrado la llorera, LOL, ¿me estaré volviendo insensible? Bah, da igual, ¡feliz año nuevo! (?)