miércoles, 3 de noviembre de 2010

Latidos sin razón.

Titulo: Latidos sin razón.

Disclaimer: Naruto no me pertenece, ni sus personajes tampoco, son de Masashi Kishimoto yo hago esto sin animo de lucro, bla, bla, bla.

Personajes/Parejas: MadaIta.

Advertencias: Muerte de un personaje. Tragedia. Drama. Ehh, esto surgió de un rol que llevó con una amiga así que si no se entiende es normal, lol, todo nació por un reto que me impuse y una coña que tenía con dicha amiga y bueno. Los personajes estaban bastante enamorados por aquel entonces 8DU así que probably habrá algo de OoC.

Resumen: Madara sólo quería dormir, olvidar que no volvería a ver la sonrisa de Itachi, que sus oídos no volverían a captar la musicalidad de su risa, el sonido de los pasos del moreno al ir de un lado para otro, su voz llamándole, su voz regañándole, su voz diciéndole que le quería, su voz espantando los fantasmas de pasados crímenes, haciendo desaparecer los espectros de la soledad.

Música: Yuduki - Dear You Sub.

¿Cuánto tiempo llevaba mirando el techo de su habitación ya? ¿Con aquella cuantas eran las noches que había pasado ya en vela? A cada día que pasaba Itachi parecía estar peor. Tos, palidez, cansancio, eran tres de los síntomas que delataban que el final de la vida del moreno se acercaba a su fin. Madara no quería aceptarlo, se negaba a aceptarlo. Itachi iba a aguantar… le había dicho que se quedaría con él, ¿no? Debía confiar en el menor. Debía creer en él pero… deber a veces no es poder.

Sus sueños estaban plagados de pesadillas haciendo que padeciera el insomnio más tremendo que había sufrido en su vida. No quería dormir, no quería volver a ver el mundo que sus sueños le mostraban. Itachi no estaba en él. Se levantó de la cama con parsimonia para ir a cambiar a Kuroi el pañal pero cuando estaba a punto de sacar a la niña de la cuna se dio cuenta de algo. Silencio. Demasiado silencio. No había tos, no había respiración entrecortada, no había respiración.

El mundo se le vino encima de forma vertiginosa y se sintió tremendamente mareado de repente. “Son imaginaciones tuyas, son imaginaciones tuyas. TIENEN que ser imaginaciones tuyas” se repitió una y otra vez en su mente. Quiso convencerse de que cuando se girase y mirase a Itachi él estaría durmiendo tranquilamente en la cama, con su respiración tan normal como siempre. Entonces… ¿por qué simplemente no se giraba y ya? ¿Por qué le sudaban las manos?

No se atrevía, estaba nervioso. No, estaba histérico. Apretó el borde de la cuna con sus manos, respirando agitado. Por dios, estaba actuando como un crio. Cerró los ojos y soltó aquella baranda de metal para girarse y sin abrir aún los ojos se aproximó a la cama donde Itachi estaba… estaba durmiendo. Sus parpados se abrieron lentamente, fijándose automáticamente en el cuerpo de la persona que más le importaba en aquel mundo.

Sintió como si el alma se le hubiese caído a los pies y todo comenzó a darle vueltas. Sintió que se ahogaba, como si unas cadenas se hubieran instalado en su pecho para ensañarse con su corazón, estrujándolo de una forma tan dolorosa que no entendía como el suelo no estaba impregnado con los restos de dicho órgano vital. Por otro lado, su garganta era incapaz de abrirse y el nudo que sentía en ella le hacía imposible el pronunciar palabra.

Su cuerpo se encontraba tan profundamente clavado en el suelo que ni siquiera se percató del temblor en sus manos, ni de las lágrimas que silenciosas caían por sus mejillas, sin ninguna intención de detenerse. Sintió, sintió como nunca había sentido en su vida. Tantas emociones juntas que hicieron que acabase cayendo al suelo de rodillas, estampando su frente al instante en el borde de la cama donde la persona que más le importaba yacía… sin respiración. Pronto, el color rojo de su lamento impregno la pureza de las sabanas.

Sabía que debía moverse, que tenía que enterrar a Itachi, que tenía que llevar a Kuroi con Sasuke y Naruto, que tenía que sacar a Orochimaru del cuerpo del hermano pequeño de su compañero y acabar con la vida de ese ser. No lo hizo. Se quedo en aquella postura, agarrando la mano inerte de quien lo significaba todo para él mientras se desgarraba el alma en un llanto silencioso, no gritó, no pataleó, no se rompió la garganta en un llanto desconsolador que no le traería de vuelta su mayor tesoro, su único tesoro.

Perdió la noción del tiempo en aquella postura, una hora, dos horas, tres, no estaba seguro y sólo le saco de su estado catatónico el llanto de la pequeña que habían acogido por aquel corto periodo de tiempo. Su cuerpo pareció recuperar su movilidad, obligándole a levantarse de aquella postura. Casi podía escuchar a cada paso que daba los fragmentos de su alma rota partirse un poco más, como si sus propios pies le hundieran más en la miseria de lo que sentía. Estiró los brazos, envolviendo a la niña de ojos negros con ellos para acunarla entre éstos.

—Shh… mamá está durmiendo y no quieres despertar a mamá, ¿verdad? —sus palabras se deslizaron por su garganta como un susurro ronco mientras sus ojos volvían a inundarse de unas lágrimas que se esforzaba por retener inútilmente. Abrazó con fuerza el pequeño cuerpo, dejando que un poco más de su dolor se exteriorizase pero no podía dejarse llevar por aquellos sentimientos de desolación.

Aún no.

Volvió a dejar a la niña en la cuna y en un esfuerzo sobrehumano para no pensar en nada comenzó a preparar las cosas que iba a dejarle a Sasuke y Naruto para que cuidasen bien de aquella niña. Más adelante pensaría en la forma de hacer que Sasuke se librase del sello maldito de Orochimaru. Ahora lo importante era dejar a Kuroi con esos mocosos.

—Me haría cargo de ti… ¿sabes? —murmuró con suavidad, deslizando una mano por el rostro de la criatura antes de cogerla en brazos—. Pero sé que tú también te irías algún día. Querrás vivir tus propias aventuras, puede que casarte, tener hijos, una familia… y yo… yo seré papi Madi, el cual vendrás a visitar cada equis tiempo y que mientras tanto tendrá que convivir con una cama vacía, una casa fría y la manía de hacer comida para dos. Comida de la que siempre acabara tirando más de la mitad a la basura —las palabras salieron lentas, arrulladoras, su rostro oculto tras una cortinilla de pelo y los ojos nuevamente cristalinos.

Chasqueó la lengua disgustado y en un acto de impulsividad traspaso con su técnica la línea espacio-temporal para dejar a la niña en la mesa de la cocina de Sasuke y Naruto, agradeciendo que ninguno de los dos estuviera en ella. Miró por última vez a la pequeña.

—Adiós… Kuroi —susurró con suavidad y desapareció nuevamente, regresando en aquel instante a aquel lugar donde se encontraba su más temida pesadilla. Y una vez nuevamente allí, le recibió el silencio, acompañado de su eterna compañera, aquella que no había hecho acto de presencia desde que había estado con el moreno.

Ante él se erguían, envolviendo aquella casa con su absoluta presencia aquellos dos seres que había aprendido a detestar y que sabía iban a hacerle compañía hasta el día de su muerte junto aquella opresión en el pecho y esa rotura en su patética alma. Empezó a andar, sus pasos llevándole directamente hasta la habitación que compartía con Itachi provocando que en su masoquismo volviese a contemplar el cuerpo sin vida del mediano de los Uchiha.

Avanzó hasta él, volviendo a tumbarse en la cama, deslizando un brazo por la cintura helada de Itachi, abrazándole de aquella forma mientras su rostro se escondía en el pecho del menor, siendo impregnado por nuevos sollozos de alguien que acababa de perder todo lo que le importaba.

Madara sólo quería dormir, olvidar que no volvería a ver la sonrisa de Itachi, que sus oídos no volverían a captar la musicalidad de su risa, el sonido de los pasos del moreno al ir de un lado para otro, su voz llamándole, su voz regañándole, su voz diciéndole que le quería, su voz espantando los fantasmas de pasados crímenes, haciendo desaparecer los espectros de la soledad.

No volvería a sentir ese cosquilleo en su estomago al ver como su mirada se iluminaba por algo que él había hecho bien o como se sonrojaba por alguna proposición demasiado subida de tono. Nunca más escucharía el goteo de la ducha estamparse contra la bañera al despertarse.

No, nada de eso volvería a pasar. Porque Itachi estaba muerto. Porque Itachi ya no respiraba. Y todo su mundo se iba a la mierda con aquella idea. Al menos en el mundo de los sueños podía volver a verle, podía volver a sentir los brazos del moreno abrazándole, sus manos recorriendo su rostro en una caricia, sus labios presionándose contra los propios.

Al menos… durante un corto espacio de tiempo podía volver a ser feliz. Aunque aquello al final… sólo hiciera que la realidad se le clavase en el pecho como un clavo ardiente, provocándolo una herida que nunca dejaría de sangrar.

----------------------

Pues, debido a que me acaban de dar una excusa perfecta para usar este blog que tenía tanto tiempo abandonado y de cuya existencia ni me acordaba... =3 ¡La inaguración va por ti, Kanda! XD

Más te vale que te guste porque en lo personal a mi casi me hace llorar xDU Creo que le he cogido demasiado cariño a Madi... pero demasiado.